[de internet] |
“Un hombre o una mujer a los que arrojaran de pronto a este mundo tendrían que esquivar casas y edificios. Todo está en movimiento. Las casas y apartamentos, montados sobre ruedas, doblan en la Bahnhofplatz y pasan a toda velocidad por la estrecha Marktgasse con sus ocupantes gritando desde las ventanas del segundo piso. La oficina de correos no permanece en la Postgasse, sino que sobrevuela la ciudad sobre unos raíles, como un tren. Tampoco la Bundeshaus permanece inmóvil en la Bundesgasse. Por todas partes se oyen los rugidos y silbidos de los motores y la locomoción. Cuando una persona sale por la puerta de su casa al amanecer, salta a la calle corriendo y se agarra a su edificio de oficinas, sube y baja escaleras, trabaja en un escritorio que se mueve en círculos y corre de vuelta a casa al final de la jornada. Nadie se sienta a la sombra de un árbol con un libro, nadie observa las ondas de un estanque, nadie se tumba en la hierba en el campo. Nadie está quieto.
¿De dónde viene esa fijación con la velocidad? La razón es que en este mundo el tiempo pasa más despacio para la gente que se mantiene en movimiento. De ahí que todos viajen a gran velocidad, para ganarlo.
[…]
Esa obsesión con la velocidad continúa de noche, donde se puede perder —o ganar— un tiempo muy valioso durante el sueño. De noche las calles están repletas de luces para que las casas eviten unas colisiones que suelen ser fatales. De noche la gente tiene sueños relacionados con velocidad, juventud, oportunidades.”
Los sueños de Einstein, de Alan Lightman -1993-