[Penélope Cruz, para el mes de febrero del calendario Campari 2013] |
“Ignoro si usted habrá fijado alguna vez por casualidad su
atención exclusivamente en el tapete verde, en el centro del cual la bolita
vacila como un beodo, de un número a otro, y dentro de cuyo cuadrilátero,
dividido en secciones, llueven, a modo de maná, arrugados pedazos de papel,
redonda piezas de oro o plata, que luego la raqueta del croupier, a semejanza
de una fina guadaña, siega y arrastra hacia sí o empuja como una gavilla hacia
el ganador. Observándolo desde esa especial perspectiva, lo único que varía son
las manos, la multitud de manos claras, nerviosas y siempre en actitud de
espera en torno al tapete verde, todas asomando por la caverna de su respectiva
manga, cada una de forma y color diferentes, algunas desnudas, otras adornadas
con anillos y pulseras tintineantes, muchas velludas como animales salvajes,
muchas otras húmedas y retorcidas como anguilas, y todas, sin embargo,
crispadas y trémulas por una enorme impaciencia. Involuntariamente pensaba
siempre en la pista de las carreras en el momento en que, en la línea de
salida, hay que contener con fuerza a los excitados caballos para que no se
lancen antes de tiempo. Exactamente así temblaban y se agitaban las manos. Todo
puede adivinarse en esas manos, en su manera de esperar, de coger, de
contraerse: al codicioso se le reconoce por su mano parecida a una garra; al
pródigo, por su mano blanda y floja; al calculador, por su muñeca firme; al
desesperado, por la mano temblorosa; cientos de temperamentos se descubren con
la rapidez del rayo, ya en el modo de tomar el dinero, ya si lo estruja o lo
agita nerviosamente, ya si, abatido y con mano fatigada, hace indiferente una
puesta en el tapete verde.”
Veinticuatro horas en
la vida de una mujer, de Stefan Zweig -1929-
Con el detallismo depurado propio de Zweig, una mujer explica el día más transcendental de su vida y cómo ese día pudo dar al traste con toda una existencia de honorabilidad y decoro. Todo por culpa de un joven adicto al juego, y a sí mismo. Relato apasionado y directo, y un puro ejercicio de liberación ante los tabúes sociales imperantes en el cambio de siglo.
ResponderEliminarBuen extracto del relato.
ResponderEliminarBesos.
Supongo que todavía sigue habiendo tabúes.
Buena semana.
Muchos, sin duda, la "modernidad" es algo que practican sólo unos pocos.
EliminarBuena semana guapa.
Es una cita estupenda, la verdad. Aunque la foto no me gustó, pero no por la foto: no me gusta demasiado la Penélope .
ResponderEliminarSi te gustó la cita, seguro te gusta el libro.
EliminarNo problem x la foto. ;-)
Encantador blog el tuyo, un placer haberme pasado por tu espacio.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Antonio, siempre eres bien venido.
EliminarMe gusta la claridad e intensidad de tus escritos
ResponderEliminarUpps!!! pero ya sabes que los fragmentos de esta estantería no son de mi puño y letra verdad???
Eliminarno no lo sabia
ResponderEliminarpero si sé
por tus comentarios
que vos podes
escribir
mejor
que
esto
A veces solo es cuestión de confianza; otras, de tener la inspiración suficiente para rimar palabras y conjuros en un todo sublime. Pero las más de las veces, basta con alientos como el tuyo, para inflar las alas y llenar de magia cada trazo.
EliminarGracias, de verdad!!!