[Miguel Fernández] |
“Tendemos a desear que nadie se muera y que nada termine, de
lo que nos acompaña y es nuestra querida costumbre, sin darnos cuenta de que lo
único que mantiene las costumbres intactas es que nos las supriman de golpe,
sin desviación ni evolución posibles, sin que nos abandonen ni las abandonemos.
Lo que dura se estropea y acaba pudriéndose, nos aburre, se vuelve contra
nosotros, nos satura, nos cansa. Cuántas personas que nos parecían vitales se
nos quedan en el camino, cuántas se nos agotan y con cuántas se nos diluye el
trato sin que haya aparente motivo ni desde luego uno de peso. Las únicas que
no nos fallan ni defraudan son las que se nos arrebata, las únicas que no
dejamos caer son las que desaparecen contra nuestra voluntad, abruptamente, y
así carecen de tiempo para darnos disgustos o decepcionarnos. Cuando eso ocurre
nos desesperamos momentáneamente, porque creemos que podríamos haber seguido
con ellas mucho más, sin ponerles plazo. Es una equivocación, aunque
comprensible. La prolongación lo altera todo, y lo que ayer era estupendo
mañana habría sido un tormento.”
Los enamoramientos,
de Javier Marías -2011-
Me lo regaló una amiga, alguien muy especial para mí. Sabía que podría gustarme. No había leído nada de Marías, y ella supo que este sería un buen comienzo.
ResponderEliminarPalabras, a borbotones, de todo aquello que la cabeza piensa y vislumbra, y que ni nos atrevemos a reconocer. Palabras que contienen esperanza, deseo y nostalgia, de nosotros mismos pero también de los que, en un determinado momento del camino, comparten a trompicones nuestro ritmo.